domingo, 14 de noviembre de 2010

Viaje de ida y vuelta

Era la típica tarde de otoño abandonada del sol. Sólo las farolas de la carretera y los faros de algunos coches iluminaban la vista. Sonaba en la radio Love the way you lie de Eminem y de Rihanna. No sé por qué la gente conoce esa canción como la de Rihanna con Eminem. ¿Cómo que Rihanna con Eminem? Tendría que ser al revés. Un estribillo pegadizo no te da autoridad en una canción. Pero bueno, esto tampoco importaba demasiado en el momento.
Ahí estaba yo. en el asiento detrás del copiloto. Apoyada mi cabeza en la ventana, mirando absorto a través de ella, pensando en todo. Pensando en poco, o quizás nada. Cada pensamiento que llegaba a mi mente, deseaba que se evaporara con la misma velocidad con la que llegaba. Pero no se iban. Se aferraban a cada neurona de la memoria como si les fuera su vida en ello, nunca mejor dicho.
Pensaba en todo, pero no quería pensar. Tenía ganas de no volver a tener en qué pensar durante mucho tiempo. Me lo merecía por una vez. Ya era la hora, aunque mi mente no pensaba lo mismo y seguía atormentándome con los recuerdos, pensamientos, y posibilidades de futuro. Hubiera pasado el mejor día del año hoy si no se hubiera ido. Hoy habría hecho un año más con ella si no se hubiera marchado para siempre. Ahora ella no está bien, pero dice que está mejor. Normal que me dejara. Lo tendría que estar pasando fatal. La distancia es una mierda.
Los cristales se estaban empañando impidiéndome ver, y aunque pasaba la mano para poder seguir mirando un paisaje oscuro, cada poco tiempo volvía a empañarse. Me terminé cansando de quitar cada pequeña molécula de agua condensada que me impedía seguir viendo a través de la ventana. Giré la cabeza a Sebas, que estaba durmiendo en el asiento de la izquierda. Toni también estaba durmiendo, con la boca abierta, en el asiento del copiloto. Sólo María se mantenía despierta conduciendo y gracias a la música de la radio.
Miraba el velocímetro del coche. Marcaba unos 115 km/h  y la verdad es que si hubiera estado conduciendo yo y hubiera estado solo hubiera pasado los 150. Quería terminar con ese mal momento. O llegar pronto a mi habitación o no llegar jamás. Realmente no sabía que era mejor. No era la primera vez que pensaba en el suicidio, pero nunca lo había intentado llevar a la práctica. Me faltan cojones. Me faltan cojones para muchas cosas, quizás me faltaron siempre para todo. De repente todo volvió a su sitio, mis pensamientos se marcharon, volví al mundo real. Vi un cartel: Valencia 5 km. Estábamos llegando, nada iba a suceder. Nada extraño. Nada que despertara sentimientos de ningún tipo en nadie. Todo seguía su curso. Un fin de domingo más de vuelta a la realidad. Un día más es un día de menos. Pero te sigo echando de menos.

1 comentario:

  1. Me encanta que no te de miedo ninguno expresarte así, sin intentar ocultar las cosas. Debo copiar yo de ti también :)

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