jueves, 14 de octubre de 2010

Shisha

El amor es una shisha. Una shisha con el mejor sabor de todos los que pudieras probar.
Hay que darle cariño para que salga bien. Hay que tratarla con sumo cuidado porque puede irse todo al traste en cualquier momento. Es muy importante darle calor; todo el calor que puedas para que funcione correctamente. Cuando todo está preparado, listo, ha llegado el momento. Ha llegado el momento de disfrutar. Dedicarle tiempo para poder degustar cada bocanada de masa gaseosa blanco al máximo. Todo es perfecto y fluye como el humo que entra en tus pulmones. Todo reconforta tanto como verlo salir lentamente de tu boca. Como cuando sonríe al decirle te quiero. Pero llega el momento en el que empieza a fallar, en el que le estás dando un cariño que no te responde como antes. Te está dejando, acéptalo. Pero no quieres hacerlo, y le das las últimas caladas, mientras dice ella que no, que no es bueno hacerlo, que no podemos seguir así. Pero da lo mismo, tú insistes y hasta que no dejas de ver la luz, no paras. Pero todo se acaba y, al final, todo queda reducido en una decepción...y muchas cenizas.





Hay quién después esta shisha, decide probar otra diferente porque se aburriría si pidiera otra de lo mismo. Yo, sin embargo, soy fiel a mi sabor.



Humo, bendito humo.
Humo, maldito humo.

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